Los niños de la clase de 2º A jugaban un partido de fútbol en el patio del colegio con los de 2º B.
Estaban un poco tristes, porque iban perdiendo 1 - 0 y el recreo se acababa.
De repente, apareció un duendecillo llamado Samuel que cogió el balón con los pies y se fue de una portería a otra pasando a todos los compañeros y chutó bien fuerte marcando el gol del empate.
Todos se pusieron muy contentos, se abrazaron y se dieron la mano con los del otro equipo porque ninguno de los dos había perdido.
Y... sonó la música para volver a clase.
Gonzalo
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